Tuesday, July 7, 2009

Eliade: historia de un amor (4)

Pasaron de esa manera dos días hasta que finalmente Eliade escuchó llegar a los caballos. Corrió lo más rápido que pudo hacia la puerta y esperó a que bajaran de la diligencia, pero no vió a su madre descender de ella. Comenzó a pensar lo peor y sus lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, hasta que sintió un fuerte abrazo de Vlado, de criado de confianza de su madre quien le estaba entregando una carta mojada por sus mismas lágrimas. No pudo esperar más y la abrió en ese momento. No hubo expresión, no hubo grito, no hubo ademán que no demostrara lo destrozada que se encontraba al haber leído semejante escrito. Trataron de tranquilizarla y tuvieron que llevarla a la fuerza a su habitación, donde le dieron un sedante hasta que quedo inmóvil en su lecho. Ese día soñó con su padre y con su madre en un día de campo, saliendo a pescar, montando a caballo en los jardines, cenando y platicando como normalmente lo hacían y finalmente recordó la carta que la había enviado completamente destrozada a su cama y el hecho de que se había quedado sola en el mundo, un mundo para el cual ella no estaba aun preparada.

Cuando finalmente abrió los ojos, Eliade se encontraba aun en su cuarto acostada sobre su cama, pero notó enseguida que algo estaba diferente. Recordó en ese momento sus dos pérdidas y estando a punto de dar un grito desgarrador de tristeza observó de reojo a Vlado y tuvo que contenerse. Ciertamente estar en compañía de Vlado le daba un poco más de calma pues con junto con él ella y su familia habían pasado momentos memorables, más que un criado de confianza se había convertido en parte de la familia. Inmediatamente al ver que la recién despertada estuvo a punto de llorar, se levanto de la silla en donde se encontraba y en un segundo estuvo sentado junto a ella abrazándola y consolándola. Cuando estuvo más calmada y con aires de serenidad, le explicó lo que había pasado, o bien, lo que sabía:

“Hace casi una semana, en la mañana empezando todas las actividades de la casa llegó el guardia del jardín de enfrente de la casa dando gritos y pidiendo ayuda. No sabía de qué se trataba pero me vi obligado a seguirle ya que era el único que había podido encontrar. Me llevó a las escaleras laterales de la entrada y cuál sería mi sorpresa al ver a tu madre tendida en el suelo con un charco de sangre alrededor de su cabeza. Al ver la magnitud de la herida tuvimos que mandar pedir la diligencia e irnos de urgencia a algún pueblo cercano para ver a algún especialista o alguien que nos pudiera ayudar. Mandamos llamarte pero un criado dijo verte la noche anterior saliendo de la casa en otra carroza y no habías regresado para entonces, por lo que decidí dejarte una carta en tu cuarto. Todos los trabajadores decidieron abandonar la mansión y acompañar a su ama en busca de ayuda y por ello no creo que hubieras encontrado a nadie a tu vuelta. No sé cuando volviste pero los días que estuvimos fuera fue un infierno. Tuvimos que soportar ver a tu madre fallecer lentamente. El curandero nos explicó que una herida de esa gravedad no era completamente curable, pero haría lo posible para sanarla. El proceso duró un día entero mas otro de recuperación, durante los cuales solo vimos a nuestra señora desfallecer y perder gradualmente la cabeza. Al principio solamente repetía “perdón, hija mía, perdón” pero horas después solo la oíamos maldecir y nos invitaba a cometer eutanasia. Qué horas más terribles las de aquel día. Ver a la señora DeFlague, a quien conocimos como la señora más considerada y honrada de los alrededores, aquella que nos dio trabajo cuando nadie más nos aceptó, aquella señora que impulsó a tu padre a lograr la gran fortuna de la que llegaron a ser dueños… ¡Por Dios! ¡Verla perder la cabeza de esa manera! ¡En sus últimos momentos no podía ni siquiera articular palabras con su boca! Sus últimas palabras fueron solamente sonidos irreconocibles. Me alegro de que no hayas estado ahí, qué bueno que no estuviste aquí a la hora de ir por ayuda. Te veo ahora y la pregunta obligada es cómo estarías de haber presenciado todo aquello que yo vi con mis propios ojos. Por mi parte me alegra haber estado allí. Agradezco al creador haberme dejado compartir los últimos momentos de tu madre, haberla dejado tener un ser querido cerca a la hora de la hora. En fin, espero que comprendas todo lo que pasamos nosotros estos últimos días. Ten por seguro que nos duele en el alma pero tenemos que ser fuertes por ti. Ya puedes dejar de llorar, niña mía, que aquí estoy yo para servirte. En sus últimos momentos de pensamiento tu madre escribió la carta que leíste cuando llegamos. En verdad no se de que trataba pues me dio instrucciones especificas de que era solamente para tus ojos. Sé que esto de nuevo es demasiado para ti. Se nota en tus ojos llorosos, en tu cara y especialmente en tu corazón que está lanzando gritos de dolor en silencio. Vuelve pues, a tus sueños. Te dejo a solas con tus pensamientos y no espero que al despertar estés bien, pero espero que un poco mejor”

Y diciendo esto la sedó nuevamente y Eliade, con su corazón derramándose por sus ojos, volvió al mundo de los sueños.

Eliade: historia de un amor (3)

Al día siguiente, y aun enojada por la plática de la noche anterior, Eliade se dirigía hacia el castillo. Después de un rato se percató del gran silencio que escuchaba; solamente el sonido de sus pasos en el camino empedrado se podía oír. Pensó que se trataba de algo extraño ya que hasta las aves guardaba silencio, pero más tarde se enteraría de la razón. Durante su camino, estuvo pensando sobre muchas cosas. Cómo le pediría perdón a su madre, qué haría con todos aquellos amigos que querían gozar de su compañía y principalmente en qué haría ella misma con su vida después de haber superado la pérdida de su padre, cosa que no había logrado aun. Unos minutos antes de llegar a su hogar, Eliade decidió sentarse un momento para pensar más detenidamente sobre ello. A su mente también llegó el recuerdo de todas las veces que su madre le había prevenido de los hombres y de lo que pueden hacer para satisfacer sus deseos, pero nuestra protagonista era todavía muy joven para entender sobre estos temas y se limitó solamente a decirse a sí misma “algún día lo entenderé” y convencida sobre esto continuó su camino hacia la morada de sus padres.

Quien habría de pensar que lo primero que oyó al llegar a su casa sería lo mismo que durante todo su camino: silencio. No vio a ningún criado haciéndose cargo de los jardines, ni a los guardias que deberían de estar en la puerta principal, ni siquiera las personas que hacían el aseo usualmente en la casa. No fue sino hasta que subió a su cuarto que se enteró de lo sucedido. Encontró sobre su cama una carta explicando lo sucedido y que se habían ido al pueblo más cercano a buscar un médico. No decía cuando regresarían ni a donde exactamente habían ido, por lo que solo habría que esperar. No paso mucho rato para que se diera cuenta de que estaría sola en la casa por más tiempo del que esperaba y comenzó a pensar nuevamente en lo que haría con su vida. Gracias a sus estudios y experiencia podía decidir ser administradora de alguna finca o algún imperio si decidía hacerlo. Sabía que heredaría el de su padre pero había pasado muy poco tiempo para pensar siquiera en reclamarlo. Había inmensidad de oficios que Eliade podía ejercer pues ella se encargaba de la mayoría de las actividades de su administración, y aunque quisiera hacer algo que no supiera, no había actividad que no dominara al poco tiempo de haberla empezado. Pensó en esto hasta el anochecer y como había dormido algunas horas al llegar a su deshabitada casa no pudo dormir. En vez, se entregó nuevamente a los pensamientos sobre la mentalidad del hombre y lo que realmente buscaban. Todos aquellos comentarios que le habían hecho sobre los hombres le parecían mentira, pues solo había conocido a personas honradas y honestas que no cometerían semejantes actos como los que le relataban, o por lo menos sinceramente eso pensaba. En esos pensamientos ocupó toda la noche y al ver los rayos del sol de la mañana decidió poner fin a tales pensamientos, pero la realidad es que muy pronto se encontraría pensando en ello nuevamente.

Saturday, July 4, 2009

Eliade: historia de un amor (2)

Cuando Eliade estuvo a punto de cumplir 18 años, mayoría de edad en el reino de Sheriko, su padre cayó enfermo de una extraña y tremenda enfermedad que a los dos días del cumpleaños de su hija dio su ultimo respiro. La noticia se esparció por todo el país y no fue de sorprenderse que inmediatamente llego una cantidad inmensa de hombres con el único propósito de desposar a la joven heredera, y para fortuna de la joven Eliade, tuvo mucha gente, en especial hombres, que la apoyaron tras el repentino fallecimiento de su padre. Por desgracia, nunca nadie le enseñó lo que podía albergar el corazón del hombre y mucho menos los cuidados que había que tomar a la hora de conocer uno, pues el corazón del hombre podía ser un misterio, pero era por todos sabido que únicamente podían causar desgracias.

Luego del fallecimiento de su padre, Eliade se vio rodeada por una gran cantidad de hombres. Llegó a tal punto que en un día llegaba a salir con hasta 10 de ellos, cosa por la cual la madre se mortificaba enormemente. Cierto día, la madre de nuestra protagonista le manda llamar, y para los 10 minutos del dialogo comienzan a oírse gritos por toda la casa. Se había armado un conflicto por los intereses de Eliade de salir con los varones del reino para distraerse de la desgracia familiar que acababa de acaecer contra los de la madre en su deseo desesperado por proteger a su hija contra las desgracias que próximamente acontecerían. Luego de unos momentos más de discusión, la primera sale de la habitación donde se encontraban y con ademán de enojo sale al jardín para esperar una diligencia que la llevara con Marcos, el mejor amigo que había hecho durante ese periodo, mientras que la segunda, para su desgracia, comienza a sentir un gran mareo, empieza a sentir un sudor frío en toda su cara y, tratando de seguir a quien se había enojado con ella para implorar su ayuda, pierde el equilibrio y cae por las escaleras que daban al jardín exactamente en el momento en que Eliade subía a su carroza. Lo último que paso por su mente fue la imagen de su esposo, de la casa que había habitado por cerca de 40 años, de la cara de los criados que encontrarían su cuerpo al día siguiente y finalmente de cómo dejaría a su única hija abandonada en el mundo tras únicamente tres meses de la muerte de su padre.

Ahora toca el turno para las preocupaciones...

Las preocupaciones son un reflejo natural de ser humano. Es el pensamiento en algo que puede o no pasar, que puede o no pasarnos e incluso que puede o no ser real. Todo esto parte de un elemento de la naturaleza humana, el miedo a lo desconocido, y para afrontarlo (no de la mejor manera posible) hacemos todo lo que está en nuestro poder (simplemente pensar, pensar y volver pensar ) sin saber que no servirá absolutamente de nada. Cabe mencionar que esto (en lo personal) no lo veo como algo malo, solo cuando la preocupación es tal que no se hace (literalmente) otra cosa que pensar en eso y a consecuencia se priva a la mente de cosas más importantes o al menos menos estresantes como divertirse, ver la tele (para algunos), leer un libro, disfrutar momentos HK o estar con la familia que en mucho tiempo no hemos visto.

Pasando a otra cosa (o bueno no otra cosa pero dirigido a alguien especialmente =D), las preocupaciones son normales y son una parte fundamental de la vida, pues por medio de ellas llegamos en muchas ocasiones a las respuestas de los problemas a los que nos enfrentamos, pero el preocuparse por algo que no sabemos si es real o no, y por otro lado, del que estamos seguros que es imposible, cae en lo que es una pérdida de tiempo. Hay que aprovechar el tiempo en cosas que sean benéficas para nuestra salud física y mental! Y no en pensamientos que simplemente impidan realizar las actividades que tanto nos gustan. Hay que aprovechar el momento pues no se volverá a repetir. Hay que aprovechar las visitas que no se realizarán hasta las próximas vacaciones. Hay que hacer valer el tiempo que tengamos con aquella persona (…) que se quedó en casa de los abuelos. Hay que hacer rendir el tiempo para cumplir los proyectos personales que nos hemos fijado para entrar a la escuela nuevamente. Solamente piensa en lo que no estás haciendo por pensar en eso (y por estar leyendo esto en vez de hacer otra cosa XD) y te darás cuenta de que hay muchas cosas mejores en que aprovechar este momento!

Vaya pues, traté de decir en palabras bonitas y formales que preocuparse por algunas cosas de las que estamos seguros de su respuesta no vale la pena, es una pérdida de tiempo! Y para perder el tiempo… pues para eso está la escuela, no hay que desaprovechar las vacaciones XD

De verdad, tú y yo sabemos qué va a pasar y en poco tiempo solamente nos reiremos de esto. Claro… no sin antes la frase “TE LO DIJE”, pero bueno.

Felices vacaciones a todos y en realidad no hay que desaprovechar el tiempo, pues es de las muuuuuuuy pocas cosas que nos pertenecen en esta vida.

Friday, July 3, 2009

Eliade: historia de un amor

De vez en cuando pasan cosas por allí que te dan la inspiración necesaria para comenzar a escribir. Pues, al parecer tendré inspiración por un buen tiempo y que mejor que tratar de seguir los pasos de mi sensei (XD) y crear mi propia historia con mi propio significado. Nótese que mi experiencia escribiendo no está en la prosa, so... seee a ver que sale =P


Cuenta esta historia que hace mucho tiempo atrás vivió en un país cercano a lo que hoy en día es Francia, una joven de buena familia, con dinero y con todas las comodidades que este pueda conceder. Esta historia no será el típico relato de las desgracias de esta joven, ni de cómo su familia pierde todo y se ve obligada a mendigar por alimento. No; esta es la historia de una desgracia mucho mayor, desgracia a la que todos estamos sujetos y que pase lo que pase volvemos a caer. Una desgracia mucho mayor que perderlo todo, mayor que la enfermedad y cien veces mayor que la muerte: el amor.

Dícese pues que la joven, dueña de una cuarta parte de las tierras de su padre y de las que ella misma se hacía cargo administrativamente, a sus dieciséis años se había convertido en una mujer hecha y derecha. Desde niña le habían inculcado todos los valores de la iglesia católica y se le había encomendado a la mejor institutriz de los reinos vecinos su educación, con el fin de no solo trabajar su cuarta parte de las tierras, sino la totalidad de las fincas del gran señor feudal que tuvo como padre. Como ya mencioné, era hija de una buena familia, pero faltó mencionar que poseían territorios en el nuevo mundo, cosa que le daba un estatus muy elevado en la sociedad europea de su tiempo. Desafortunadamente para su familia, fue este estatus lo que le ocasionó las desgracias que sufriría su hija en años posteriores.